Día 27
“Pero Jesús dijo: Alguien me ha tocado; porque yo he conocido que ha salido poder de mí”. Lucas 8:46
Quien tocó a Jesús en aquella ocasión, fue una mujer que padecía de flujo de sangre desde hacía doce años. De manera valiente, se acercó por detrás y tocó el borde de su manto; tal vez siendo pisoteada y maltratada por la multitud debido a que Jesús, mayormente, estaba rodeado de mucha gente; posiblemente, arrastrándose para no ser vista en su objetivo, lo logró y fue sana en el momento. Quizá mucha gente tocaba a Jesús, se movían a su alrededor, pero este toque fue diferente y así lo destacó Jesús, fue un toque de fe.
La Biblia no menciona el nombre de esta mujer, sólo sabíamos que sufría. Físicamente: agotada, socialmente: aislada, sexualmente: apartada; en aquel tiempo, en su condición, lo que tocase se consideraba inmundo.
Ella estaba segura de que, si tocaba tan sólo el borde del manto de Jesús sería sana.
¿Y tú, de qué estás seguro(a)? ¿Qué estás haciendo para recibir tu milagro? Posiblemente a ti también te divide una gran multitud de tu milagro de sanidad; una sanidad física, psicológica, espiritual, económica… no lo sabemos, pero nadie debe impedirte el acceso a Jesús.
En el versículo 48 del mismo capítulo (Lucas 8) dice: “Y Él le dijo: Hija, tu fe te ha salvado; ve en paz”.
¡Hija! Así le dijo el Señor; fue una respuesta privilegiada, le llamó hija y le dio sanidad. Nos parece que, en las escrituras y bajo estas circunstancias, es la única mujer a la cual Él llamó “hija”.
Siendo así, ¿qué importa que su nombre no haya sido revelado si el mismo Jesús le puso por nombre “hija”?
Hace falta humildad, esfuerzo, diligencia; pero sobre todo, fe para atrevernos y decir: «le tocaré y seré sano(a)», pero el resultado lo vale; no esperes más, el Dios de milagros sigue estando ahí, nunca cambia, está al alcance de tus oraciones, con tu fe puedes tocarle.
“Y mirándolos Jesús, les dijo: Para los hombres esto es imposible; más para Dios todo es posible”. Mateo 19: 26
Oremos por las personas que necesitan sanidad
