Es cierto que en toda relación hay problemas, que se enfrentan crisis y que es necesario mucho amor, respeto, comunicación y consideración para hacer que funcione, para que exista cada día un motivo de estar juntos. ¿Pero qué pasa cuando se cruza esta estrecha línea y las peleas son el pan de cada día?

Sin lugar a duda, lo que antes se veía como algo completamente fuera de lugar, cada vez es más aceptado; definiendo el amor como un “sentimiento intenso, de afecto”, no visualizamos barrera alguna para responder a los comentarios o preguntas como: “Es muy joven para ti, ¿no?; “Más que tu padre, puede ser tu abuelo”; “¿Cómo va tu vida rejuveneciéndote con el muchacho?” La verdad es que, se hace necesario analizar varios puntos antes de iniciar una relación con alguien de mayor edad. Más que pronunciar el bonito discurso: “vivan su amor”, es ver de manera objetiva cuáles son las cosas que aportan calidad a la relación y pueden hacerla funcional.

Los celos son un sentimiento que se experimenta cuando se sospecha que algo amenaza el amor de la pareja, en otras palabras, sentimos que la persona amada puede sentir amor o cariño por otra persona y que nosotros podemos ser reemplazados. Cuando el nivel es patológico, es pensar que alguien más puede quitarnos lo que es nuestro.

Sentir celos es normal, pero lo deja de ser cuando nos ocasiona ansiedad, cuando pasan a ser recurrentes, cuando trastorna nuestra vida y la de nuestra pareja al punto que se hace imposible convivir; pueden llegar a destruir la relación y destruirnos a nosotros mismos.

La infidelidad, suele definirse como una traición a la pareja, una falta que golpea fuertemente la confianza y que ocasiona una crisis en la relación. Hay muchas maneras en las que puede ser visto este tema, pero en esta ocasión, nos enfocaremos en: «cuando nuestra pareja es infiel».

Sin importar en este momento la manera en que lo supiste (lo viste, te lo dijo, lo comentaron y lo comprobaste…) lo cierto es que SÍ, hubo infidelidad, y con ello, sientes que el mundo se te ha caído encima, no paras de llorar, de lamentarte, de culparlo(a) y de culparte a ti mism@ por todo. Los pensamientos obsesivos te impiden dormir, te quitan los deseos de comer y en algunos casos, hasta de vivir… sólo sabes que duele, duele y DUELEEE!! 🙁

Tener conflictos como pareja es completamente normal, el reto está en cómo resolver esos conflictos, cómo deben ser manejados y cómo no resultamos heridos cuando las palabras salen como espadas disparadas a matar en una guerra, donde incluso nosotros salimos dañados.