“Me dijo que se va a separar de ella”, “no están juntos desde hace mucho tiempo”, “no la quiere, me quiere a mí», “es que me gusta tanto», “nunca había estado con un hombre casado, es la primera vez”, “su esposa es una mujer fastidiosa”, ¿Les parecen familiares estas frases?

Y es que son algunas de las innumerables razones por las que una mujer puede aceptar tan humillante lugar, el segundo; y no sólo una vez… es como una carrera en la que ya sabes el lugar que obtendrás antes de iniciar. ¿Vale la pena correr?

Se estima que sólo el 4 por ciento de los hombres se casan con “la otra”, con la “amante” y con todos los nombres despectivos que ya llevan en su oficio. Todavía encontramos artículos con el tema: “Beneficios de ser la amante”, ¿¡En serio!? Tal vez, sea visto de esta manera sólo si logras ser parte del 4 por ciento; pero hablemos de las desventajas; el daño moral, el valor perdido, el conformismo de tener un hombre a medias, el que anda contigo en la calle con miedo de que los vean, uno que va por ratos pero que se esconde cuando suena su móvil; y es que, cuando pronuncias: “no me importa ser la amante”, firmas un contrato con condiciones que sólo te desfavorecerán, que golpearán tu dignidad y herirán aún más tu autoestima; esperar por ese “amor”, por esa llamada donde te diga: “veámonos hoy”, y entonces, rápidamente planeas tu noche loca; el vino, las cena, las frutas, las velas… sólo para que a pocas horas del romance, te llame comunicando el cambio de planes, hoy le tocará quedarse en casa, lamentablemente, la programación es para “la oficial”, ¿y tú? ¿qué pasa contigo? No puedes hacer ni el drama, tampoco hacer reclamos, sólo te queda callar, tragarte tu enojo y llorar por dentro, “ya será otro día”, te toca ser la comprensiva, es una de las cualidades que él más valora en ti, ¿no? La capacidad de entender sus situaciones, de ceder, de esperar… Y esperas, y esperas, porque guardas la esperanza de que algún día, subirás ese gran escalón, ser “la primera” y olvidar todo este tiempo de sacrificios y desplantes.

Y aunque creas que todo lo tienes bajo control, que sus citas están “bien programadas” y que no sufres “tanto” con la situación, ciertamente, el tiempo pasa y con él se van tus ilusiones, tus deseos de compartir con un amor completito para ti, de que programen en la intimidad de su habitación las vacaciones, las fechas especiales y no sólo tu cumpleaños en un restaurante bonito para correr al hotel y aprovechar el tiempo antes de que se vaya con: “esa”, “la loca”, “ella”, o el nombre que le hayas puesto a la mujer con la que él, luego se va a dormir; sí, sólo a dormir, porque para colmo te ha hecho creer el cuento infantil: “dormimos juntos y nada más”.

¿Qué más podemos decirte para que entiendas lo valiosa que eres?, no necesitas sobras, puedes tener un hombre completo, lo mereces, ¿por qué ser la segunda de uno cuando puedes ser la primera de alguien más? Aléjate de este juego que tanto te perjudica, ¿vale la pena cargar con la reputación que tienes? ¿vale la pena aislarse? ¿vale la pena dar tanto para recibir tan poco?

Deja de ser el plan B y conviértete en el plan A, antes que en alguien más, en tu propia vida.

Compartir: