Día 46

¿Sabías que Dios se agrada de la gente humilde, valiente y de fe?

¿Recuerdas la mujer del flujo de sangre? Si, esa mujer que desde hacía doce años padecía y había gastado todo cuanto tenía en médicos, pero, sobre todo, que no se rindió y con mucha fe, cuando vio a Jesús, de forma valiente se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto. Acercarse a Jesús quien estaba rodeado de la multitud no era una tarea fácil, vencer sus miedos y con tristeza del alma buscar una solución a su problema de la mano del único que podía ayudarle, tampoco lo era. Jesús le dijo: “Hija, tu fe te ha salvado, ve en paz”. Lucas 8:48.

¿Y qué decir del hombre paralítico? Sus amigos descubrieron el techo del lugar donde estaba Jesús y lo rompieron, bajaron a su amigo directamente a Jesús, podemos imaginar el asombro de todos y dice la Palabra que, Jesús, al ver la fe de ellos dijo: “Levántate, toma tu lecho y anda”.  Recibiendo sanidad de inmediato. Marcos 2:11

¿Y la mujer cananea? Aquella que siguió a Jesús buscando ayuda para su hija. Jesús le dijo: “No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel”, ante esta respuesta, cualquier persona pudo haberse rendido, pero ella insistió. Jesús volvió a decirle: “No está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos”. Y ella, con humildad, valentía y fe, contestó: “Sí, Señor; pero aún los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos”. Ante esta respuesta Jesús se agradó y le dijo: “Oh mujer, grande es tu fe; hágase contigo como quieres”. Y su hija fue sanada desde aquella hora. Mateo 15:21-28.

Si hay algo que estás pidiendo al Señor, recuerda que, con humildad, valentía y fe, podrás agradar al Maestro; Él será pronto a escucharte y levantarte.

“Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan” Mateo 11:12

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