Día 16

“Por tanto, sed vosotros perfectos como vuestro Padre Celestial es perfecto”. Mateo 5:48

Jesús vino a morir por nuestros pecados y a restablecer el vínculo de la humanidad con el Padre; con su mensaje, nos enseña a vivir como Dios quiere: “en perfección”.

Desde antaño, la Palabra nos revela que la voluntad de Dios es que seamos perfectos.

“Perfecto serás delante de Jehová tu Dios.” Deuteronomio 18:13

Algunos antiguos fueron perfectos: “Hubo en la tierra de Uz un varón llamado Job; y era este hombre perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal”. Job 1:1

¿Pero, cómo llegamos a ser perfectos, si en este mundo nada lo es, cómo puedo ser perfecto y por qué Jesús me manda a serlo?

En Mateo 5:38 nos habla del amor hacia los enemigos y es cuando entendemos que: El amor es el camino a la perfección.

El mensaje de Jesús se enfocó en el amor a Dios y al prójimo. Para que la iglesia de este tiempo pueda influir en la sociedad, en una sociedad donde el amor es tan escaso, tiene que utilizar el poder del amor, amor que radica en Dios.

No podemos vivir y seguirnos involucrando con el erróneo principio: “Tú me das, yo te doy”; si no andamos en amor, si no le demostramos al prójimo el amor de Dios a través de nosotros, no entraremos y más aún, no estamos viviendo el reino de Dios.

¿Recuerdas lo que ocurrió con el joven rico? La condicionante que el Señor le puso, para ser perfecto, era entregarse en un acto de caridad y después de despojarse de todo su «yo» o ego que estaba plantado en sus riquezas, que siguiera al Maestro. ¿Qué hizo el joven rico? Precisamente, lo que muchos de nosotros hacemos, se retiró triste. Aún más interesante es lo que luego dice Jesús, que, a pesar de que el joven rico cumplía, aparentemente, con todos los mandamientos, se deja ver que su salvación no estaba asegurada porque no se había despojado ni había transitado en el camino a la perfección: el amor.

Dios tiene un plan de acción y de trabajo para cada generación; en la antigüedad, consistía en grandes demostraciones de poder sobre las leyes naturales, por ejemplo, como cuando Dios abrió el mar rojo, las plagas, etc. Pero los milagros que el Señor quiere que nosotros hagamos ahora, consisten en hacer grandes demostraciones de amor en un mundo que cada día cree menos en el amor genuino.

Abrazar y bendecir al necesitado, dar una mano amiga al que fue traicionado, visitar a los enfermos, dar aliento al caído, apoyar a quien lo necesite, orar… Hoy día, todo el mundo tiene prisa, visualiza muchas cosas que hacer y poco tiempo; el Señor nos invita a detenernos y caminar por ese sendero de amor que bendice a los demás y nos llena a nosotros mismos.

Oremos por más amor en el mundo

Compartir: