Gracias, en parte, a la recomendación de la Asociación Americana de Cardiología de que las personas con riesgo elevado de enfermedad coronaria debían consultar a sus médicos acerca de los suplementos de ácidos grasos omega-3, los suplementos de aceite de pescado se han convertido en una industria multimillonaria. Ahora consumimos más de cien mil toneladas de aceite de pescado al año. ¡Increíble, pero cierto!

Sin embargo, veamos lo que dice la ciencia al respecto. ¿Los supuestos beneficios del suplemento de aceite de pescado para la prevención y el tratamiento de la enfermedad coronaria son tan sólo una patraña más?

El Journal of the American Medical Association publicó una revisión sistemática y un metaanálisis que estudió todos los mejores ensayos clínicos aleatorizados que evaluaban los efectos de los ácidos grasos omega -3 sobre la esperanza de vida, la muerte cardiaca, la muerte súbita, los infartos de miocardio y los ictus. Incluían estudios no sólo sobre los suplementos de aceite de pescado, sino también estudios sobre los efectos de aconsejar que se aumentara el consumo de pescados ricos en omega-3.

¿A qué conclusión llegaron? Los investigadores no encontraron ningún efecto protector para la mortalidad en general, la mortalidad por enfermedad coronaria, muerte súbita y todo lo antes mencionado… ¿Y entonces? ¿En caso de alguien que ya hubiera sufrido un infarto de miocardio e intentara prevenir un segundo, beneficiaría? Tampoco se halló beneficio alguno.

Entonces, ¿de dónde salió la idea de que los ácidos grasos omega-3 del pescado y los suplementos de pescado son buenos para la salud? Aunque se creía que los esquimales estaban protegidos de la enfermedad coronaria, al final parece que se trataba de un mito. Sin embargo, algunos de los primeros estudios parecían prometedores. Por ejemplo, el famoso ensayo DART de la década de 1980, en el que participaron 2,000 hombres concluyó que la mortalidad entre quienes habían seguido el consejo de aumentar el consumo de pescados grasos se había reducido en un 29 por ciento. Es impresionante, por lo que no es de extrañar que el estudio recibiera tanta atención. Sin embargo, parece que todo el mundo se olvidó de la secuela, el ensayo DART-2, que llegó a la conclusión opuesta.

El ensayo DART-2 estuvo dirigido por el mismo equipo de investigadores e incluyó una cantidad mayor (3,000 hombres) pero, esta vez, los participantes a quienes se aconsejó que consumieran más pescado graso y especialmente los que habían recibido suplementos de aceite de pescado presentaron un riesgo mayor de muerte cardiaca.

Tras analizar ambos estudios, los investigadores concluyeron que ya no había justificación para usar ácidos grasos omega-3 en la práctica clínica habitual. Por lo tanto, el trabajo médico debería desaconsejar a los pacientes los tan publicitados suplementos de aceite de pescado.

Fuente: Comer para no morir. Gene Stone y Michael Greger

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