Uno de los mayores enemigos de una relación es la rutina. Es como un virus que se instala y se va expandiendo poco a poco hasta dañarlo todo. Es donde vemos las mismas conversaciones, los mismos planes, los mismos horarios para todo… Y es que, aunque la rutina forma parte de la vida y del amor, llega un momento en que se apropia de manera absoluta de la relación haciéndola aburrida, triste, sin vida… Pese a esto, la rutina también es necesaria; es imposible tener una vida de espontaneidad e improvisación absoluta, por lo tanto, es necesario inyectar en ella dosis de pequeños gestos, detalles y acciones que llenen día a día la relación de vida y entusiasmo.