Cuando eras niño, te hicieron creer que ponerte los tacones de mamá y sentir tus piececitos bailar era algo prohibido, que si anhelabas sentirte bello como tu madre al maquillar sus mejillas, estabas fuera de lo recto y lo correcto.
Te hicieron creer que no podías llorar, que eso mostraba una debilidad que no debías permitirte, que tus sentimientos no debían ser mostrados.