Día 37

Cuenta una historia que, una mañana, un niño y su padre hicieron un hermoso barquito de madera; al terminar, llenos de alegría, decidieron ir al mar a probarlo, pero los vientos no favorecieron y el barco se alejó con rapidez hasta que se alejó completamente de su mirada. ¡Noooo! Gritó el niño. Su padre lo consoló durante días…

Pasaron 30 años y el ahora arquitecto, caminaba en una plaza de un pueblo cercano, escuchaba el ruido de las personas conversando mientras miraba los cristales de las pequeñas tiendas. De repente, no podía creer lo que sus ojos vieron; a través del cristal estaba el reflejo del barquito que, junto a su padre, había hecho con sus propias manos.

¡¿Cuánto vale ese barquito?! Preguntó mientras señalaba con el dedo hacia el cristal, “Ese trozo de madera, señor, no vale nada”. Contestó el negociante. “Quiero comprarlo” afirmó el hombre, “daré lo que sea por él”. “Permítame decirle, señor, que ese barquito es parte de las antigüedades de la tienda, no tiene valor, pero no se vende” respondió en forma pausada el negociante.

“Te daré 10 mil euros por él”, insistió el hombre. “Perdone… ¿¡10 mil euros por ese barco inservible!? – preguntó mientras ponía sus manos sobre la cabeza – ¿No ve que está roto? ¿Que no podrá flotar ni en un charco?” El hombre respondió: “Junto a mi padre, yo hice este barquito hace muchos años, se perdió, pero ahora lo he encontrado; lo compraré, lo llevaré a casa, repararé su vela rota, voy a lijar su madera, seguirá siendo el mismo barquito pero ahora con belleza, será dos veces mío, porque lo hice y luego lo compré”.

“¡Vendido!” respondió el negociante.

Al igual que ese barquito, nos perdimos en el mar del mundo y las olas del pecado nos alejaron más y más de nuestro creador, golpeándonos con fuerza hasta dejarnos sin aparente valor frente a la sociedad, siendo exhibidos con heridas y totalmente menospreciados. Sin embargo, Jesús decidió dar por nosotros mucho más de lo que nadie podría ofrecer, dándonos valor y sanando las heridas que el mundo nos dejó. Todo lo hizo por amor.

Pero Dios demuestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” Romanos 5:8

Oremos por los barquitos que necesitan volver a las manos de su creador

Adaptación y reflexión por Yoarly MC

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