Día 26

Cuenta una historia que cierto día, un hombre caminaba por el bosque y encontró un polluelo de águila. Al verlo desprotegido decidió llevárselo a su casa y lo puso en un gallinero. Estando allí, el polluelo aprendió a comer la misma comida que las gallinas y a conducirse como ellas. Un día, un hombre experto en zoología pasó por allí y le preguntó al propietario del gallinero, por qué tenía un águila encerrada en el corral.

Como le he dado la misma comida y siempre ha estado entre las gallinas, nunca ha aprendido a volar, respondió el propietario. Se comporta como ellas, así que ya no es un águila si no una gallina más.

Sin embargo, insistió el zoólogo, es un águila y tiene instinto de volar, y con toda seguridad, se le puede enseñar a hacerlo.

El zoólogo tomó en sus brazos suavemente al águila, y le dijo: Tú perteneces al cielo, no a la tierra, no eres gallina. Abre tus alas y vuela. El águila, sin embargo, estaba confundida y al ver que las gallinas comían, saltó y se reunió con ellas nuevamente.

Al día siguiente el zoólogo llevó al águila al tejado de la casa y la animó, diciéndole de nuevo: Eres un águila, abre las alas y vuela. Pero el águila saltó una vez más en busca de la comida de las gallinas.

El zoólogo se levantó temprano al tercer día y sacó al águila del corral y la llevó a una montaña. La elevó directamente hacia el sol. El águila empezó a temblar, a abrir lentamente las alas y, finalmente, con un chillido triunfante, voló, alejándose en el cielo.

¿Te ha pasado? ¿Has estado en el suelo sintiéndote derrotado, fracasado, sin fuerzas para levantarte? En ocasiones; nuestro pasado, el ambiente donde fuimos criados, etc., nos enseña una vida de conformismo; a vivir de generación en generación con la mirada puesta en el suelo, esperando un golpe de suerte para salir de esa condición que nos abruma, pero que al final aceptamos.

El hombre que encontró el polluelo de águila puede simular al mundo; éste te encuentra y te coloca en el lugar equivocado, te pone a comer maíz, del suelo, te ofrece lo mismo que a todas las demás; pero hay un HASTA, y el “HASTA” de Dios nadie puede enfrentarlo. Dios es ese zoólogo, experto, que te encuentra, pone su sueño en ti, su propósito y te muestra para lo que naciste, para lo que has sido destinado, a volar muy alto.

Pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas;
levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán. Isaías 41:31

Dios espera mucho más de nosotros de lo que podemos imaginar, nos ha dado talentos, nos abraza y motiva a ver más allá de lo que tenemos en frente; nuestro buen pastor nos dice hoy, que pongamos la mirada en Él y recibamos todo lo que Él quiere darnos.

“Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti”. Isaías 60: 1

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