Día 23

Cuenta una historia que un príncipe llamó a la corte a un comerciante de caballos que llevó dos magníficos corceles y los ofreció en venta. Ambos animales eran semejantes: jóvenes, robustos y de buena constitución. Pero el comerciante pedía por uno de ellos el doble de lo que pedía por el otro. El príncipe llamó a sus cortesanos y les dijo:

— Le regalaré estos magníficos potros al que pueda explicarme por qué uno de ellos vale lo doble que el otro.

Los cortesanos se acercaron a los dos animales y los observaron cuidadosamente, pero no pudieron descubrir ninguna diferencia que justificase una diferencia de precios tan grande.

— Ya que no comprenden la diferencia entre los dos caballos, será mejor probarlos, así podrán ver con mayor claridad por qué tienen un valor tan distinto.

Hizo que dos jinetes los montaran e hizo que dieran algunas vueltas alrededor del patio del palacio. Ni siquiera después de esta prueba los cortesanos lograban entender la diferencia de precio entre los caballos.

Entonces el príncipe explicó:

— Habrán notado que, al correr, uno de ellos casi no dejaba rastros de polvo, mientras que el otro levantaba una gran polvareda. Por esto el primero vale el doble que el otro, porque cumple con su deber sin levantar tanto polvo.

Y es así, el ser humano tiene una necesidad de “hacerse notar”, de presumir logros, cualidades… tiene necesidad de reconocimiento, de sentirse halagado, valorado… “levantar polvo” significa esto.

Un claro ejemplo de humildad lo vemos en Moisés, Dios había puesto autoridad en él. Una frase dice: “Dale a un hombre poder y verás el tamaño de su humildad”.  Entre muchas situaciones que narra la biblia, podemos mencionar cuando Moisés le pidió al Señor que nombrase un sucesor cuando supo que no entraría en la tierra prometida, el elegido fue Josué, en quien Moisés puso las manos y presentó ante el pueblo. Moisés siempre llevó el Nombre del Señor delante. El poder nunca se le subió a la cabeza.

¿Pero por qué la humildad es tan importante? Tal vez porque nos hace reconocer nuestros errores, respetar al prójimo, pedir perdón y aprender de otros, nos hace estar abiertos al cambio, al diálogo y al conocimiento, tal vez porque nos permite que Dios nos hable y da apertura a dejarnos enseñar por Él para adquirir sabiduría. La biblia dice que Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes. 1 Pedro 5:5

Y en nosotros, ¿hay soberbia? ¿Nos creemos mejor que los demás? Cuando tenemos poder, ¿cómo lo usamos? ¿Decimos que somos humildes, pero maltratamos con nuestros actos a quienes pensamos tienen o pueden menos que nosotros? ¿Levantamos mucho polvo a nuestro alrededor?

Cuando viene la soberbia, viene también la deshonra; más con los humildes está la sabiduría”. Proverbios 11:2

Oremos por más humildad en nuestras vidas

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