Aunque el tema no parezca novedoso, lo que intentamos expresar es que los niños están en una etapa del desarrollo humano que necesitan cursar, explorar y desarrollar efectivamente para que, durante el transcurso de toda su vida, sean menos los traumas que arrastren. Si, traumas, aunque se escuche fuerte, un trauma es un evento que amenaza nuestro bienestar, nuestro presente y futuro. No es difícil de provocar.

Como los niños son niños; como adultos, cometemos el error de exigirles que se comporten de acuerdo con una etapa que no están viviendo, para lo que no están preparados. Esto nos recuerda una imagen que circula de una niña en el parque; sorprendida, ve como unos niños juegan con la arena mientras se llenan de polvo; la niña pregunta: “¿Mamá, puedo jugar?”; mientras señala con el dedo. La madre contesta: “Claro, pero no te vayas a ensuciar”.

Posiblemente, te aplaudan que tu hijo(a) de 3 años permanezca sentado en un restaurante durante todos los platos y mientras mantienes esa interesante platica. La sociedad te agradece que lo lleves todo el tiempo en silencio y regañes si habla fuerte, entusiasta en un lugar público. La visión es: “A los niños hay que educarlos, con mano dura si es necesario, lo importante es que aprendan”. Y bueno, a esto respondemos que sí, es cierto, a los niños hay que educarlos, principalmente en casa, es una responsabilidad del hogar, pero no estamos de acuerdo en que sea con “mano dura” porque cuando lo aprendemos, nos damos cuenta que la “mano suave” es más efectiva, beneficiosa y ejemplar. No estamos diciendo que se pasen las situaciones por alto, lo que decimos es que, si no respetamos la etapa del niño, ciertamente su desarrollo se verá afectado. Habría que analizar las definiciones que tenemos de “mano dura o suave”, porque si piensas que la “mano suave” es la que educa sin reglas, permisiva, que convierte en unos monstruos a las personas y en los delincuentes del mañana… te equivocas. Pero volvamos al tema, sobre las “manos” volveremos a hablar próximamente. ?

Tal vez tuviste que cuidar de tus hermanitos(as) porque eras el hijo mayor y te tocaba “ayudar”, tal vez eras de los que tenía que ir a trabajar, en algo “sencillo”, pero trabajar, para así “ayudar” en casa en lo necesario. Tal vez… tal vez asumiste muchas responsabilidades que no te correspondían cuando sólo eras un niño… Y aunque hoy día, tus hijos(as) posiblemente no tengan que cuidar de los hermanitos o ir a trabajar como tú lo hiciste, están privados de la libertad en una cárcel que le llaman: “educación” y que consiste en controlar o negar las siguientes acciones:

  • Saltar, llorar, gritar, investigar, correr, equivocarse, volverlo a intentar, crear, imaginar…

Cuando impedimos que ellos vivan su etapa a plenitud, cuando no somos capaces de corregir con amor, cuando les llenamos de castigos, amenazas… los hundimos poco a poco en la tristeza, desesperanza y rabia.

En resumen, aunque éste es un tema amplio y conecta a hablar sobre otros temas (para los que cada uno podría ser un libro) queremos que pienses en tu hijo(a), que veas sus ganas de aprender, que no le importa lo que los demás piensen de él, que dice la verdad sin inmutarse, que quiere ser y hacer.

Khalil Gibran en el libro “El Profeta”, habla de ser acompañantes de los niños en su viaje:

“Podréis darles vuestro amor, pero no vuestros pensamientos, porque tienen sus propios pensamientos.

Podréis albergar sus cuerpos, pero no sus almas, porque sus almas moran en la casa del mañana, que no podéis visitar, ni siquiera en sueños.

Podréis, con mucho, pareceros a ellos, más no tratéis de hacerlos semejantes a vosotros, porque la vida no retrocede, ni se estanca en el ayer”.

Ayudar a nuestros niños a que salten, griten, jueguen, corran, caigan, se levanten, exploren, imaginen… en un lugar seguro, debe ser nuestro enfoque; que les ayudemos a ser cada día, niños más felices, nuestra satisfacción.

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