La relación terminó y trajo con ella un vacío que estás dispuesto(a) a llenar. ¿Un clavo saca a otro clavo? “¡Por supuesto que sí!” respondes a tu amigo(a). Lo has hecho en muchas ocasiones, de ninguna manera vas a estar solo(a) pensando en tu última relación.

¿Síndrome de Tarzán, del mono o síndrome de liana? Son los nombres con los que suele llamarse a este tipo de relaciones, (a veces de manera inconsciente) pero se llaman así, precisamente, porque saltas de una liana a otra como en la selva, siempre sujetando alguna.

¿Por qué ocurre esto? Existen muchos pensamientos que le dan la razón: “Soy lo suficientemente bello(a)”, “Soy capaz de encontrar a alguien que me quiera…” y, a un nivel menos visible: miedo a la soledad, dependencia emocional, tristeza, duelo. Anhelamos la persona correcta y cuando llega, en ocasiones, lo llamamos milagro: “Vino a mí”, “No lo busqué”, “He vuelto a encontrar el amor”.

Puedes vivir un duelo diferente al de tu amigo, aquel que pasó por la misma situación, pero no deja de ser duelo, lo que sigue a una pérdida no sólo externa, sino también interna.

Entonces, vamos al punto; no es recomendable iniciar una relación de inmediato. Pero… ¿cuánto tiempo se necesita? ¿cinco días, un mes, dos años? Eso dependerá de lo que trabajes más que del tiempo, de tu decisión de sanar, de tu percepción, de tu actitud. Es necesario aprender de las experiencias dolorosas si no quieres hacerte daño y que también salga afectado(a) tu nueva pareja; los paréntesis son necesarios, hay que pensar, detenerse para luego avanzar.

Debes darte tiempo (sin cesar de trabajar en ti) para que esa esperanza y expectativas no sean volcadas en otra persona, iniciando una relación con una maleta llena de inseguridades, baja autoestima, pérdida de identidad y muchas heridas; una maleta que cargarán ambos y que al final, posiblemente, tu nueva pareja termine entregándote por completo.

Es como ir por un camino, vas poniendo vendas y más vendas en todo lo que ves lastimado; no quieres detenerte al ver el semáforo en rojo porque en ese tiempo es donde llegan los pensamientos del pasado, la tristeza, los recuerdos… así que continuas tu camino poniendo vendas, hasta que vuelves al lugar de inicio donde todo está cubierto de esas tiritas y, ahora, necesitas analizar lo ocurrido en tu relación anterior, recordar por qué las heridas, qué has perdido en el camino y cómo sanarás para ir removiendo una por una.

Espera el momento oportuno, disfruta de tu propia compañía, puedes sentirte completo(a) en este proceso sin la necesidad de tener a alguien a tu lado y recuerda, con relación a la frase inicial: “¿un clavo saca a otro clavo”? que entre tantos clavos y clavos puede venir el martillazo.

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