Día 15

El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres: ladrones, injustos, adúlteros, ni aún como este publicano; ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano. Más el publicano, estando lejos, no quería ni aún alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, que soy pecador”. Lucas 18:11-13

La autenticidad es la congruencia entre lo que se dice y piensa con lo que se hace; mientras que la autenticidad bajo la perspectiva de Dios, es la congruencia entre lo que eres y lo que Dios quiere que tú seas. Es la igualdad entre lo que eres y lo que hay en el corazón de Dios para ti; engloba dos enunciados básicos: ¿Quién soy? y ¿Cómo soy?

Un claro ejemplo podemos verlo en esta parábola; el fariseo se enalteció, se sentía superior, en él no había autenticidad porque a voz en cuello gritaba sus virtudes, al mismo tiempo que juzgaba a los demás.

¿Cuáles son las características de una persona auténtica?

  • Vive según el propósito de Dios para su vida.
  • Depende totalmente de Dios.
  • Actúa con responsabilidad: cuidar su testimonio es su estilo de vida.
  • Es activa: lucha por transformar el entorno.
  • Actúa sin miedo a nada: se identifica con el evangelio sin temor.
  • No hay falsedad en ella.  

¿Cuántas veces hemos actuado como el fariseo? ¿Nos sentimos más merecedores que otros de la gracia y el favor de Dios? ¿Hay hipocresía en nosotros? ¿Exhibimos con orgullo lo que hacemos para el reino?

No seamos como este fariseo, sino como el publicano que, aunque despreciable por su oficio, humilló su corazón a Dios y reconoció que en él debía morar el Poderoso, que tenía que menguar para que creciera en su vida el Altísimo.

Y la parábola termina diciendo:

“Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido”. Lucas 18:14

Oremos para ser más genuinos cada día.  

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