Día 9

No tengas a tu sierva por mujer indigna; porque hasta ahora he orado a causa de mi gran congoja y aflicción”. 1 Samuel 1:16

Esta fue la respuesta de Ana al sacerdote Elí, luego de que ella, al ir al santuario a orar con un corazón afligido, un semblante triste, moviendo sus labios pero hablando en su corazón, el sacerdote pensara que estaba borracha y le reprendiera.

¿Por qué estaba Ana tan triste? Desde hacía muchos años oraba a Dios por un hijo; era la burla de Penina, la otra esposa de Elcaná, quien además de tener hijos había tomado por costumbre molestar a Ana, nos podemos imaginar los improperios, lo mal que hacía sentir a esta mujer, a una mujer que oraba y que tenía una petición, no ante cualquier persona sino ante el Poderoso.

El sacerdote Elí, luego de escuchar la respuesta de Ana, respondió: “Ve en paz, que el Dios de Israel te dé lo que pediste”. Y dice la Biblia que Dios se acordó de Ana, que al año siguiente dio a luz un hijo a quien puso por nombre Samuel, con el significado: “Porque lo pedí al Señor” y dedicó su hijo a Dios llevándolo al santuario, Samuel tuvo un llamado, fue un profeta, un hombre de Dios.

Tal vez estás cansado(a) porque llevas mucho tiempo pidiendo algo al Señor, posiblemente has querido rendirte, has pensado que Dios no te escucha, que tus palabras se dispersan en el viento… también alguien se burla de ti como Penina de Ana, viéndote orar tantos años por un milagro, por algo que aún no recibes.

Así como Dios se acordó de Ana, se acordará de ti. Dios tiene un tiempo para cada cosa, su tiempo es perfecto y aunque es incomprensible para nosotros, sigue siendo bueno, agradable, verdadero. En el propósito de Dios estaba que Ana recibiera lo que pedía, su perfecta voluntad daba por hecho que recibirlo convenía a Ana. Si tu petición está en el propósito de Dios para tu vida, si te será de bendición y no de maldición, ciertamente lo recibirás.

“Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.”. Mateo 7:7

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