Día 9

“ Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; más del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás”. Génesis 2:16-17.

Adán y Eva fueron privilegiados, Dios les dio autoridad y una propiedad para que administrasen, les dio alimento, les puso nombre… El propósito de Dios para con ellos era de bienestar, nada les faltaría, sabían en su condición de creación quién les había entregado todo, era Dios, todo se lo debían a Él.

En los citados versículos, hemos visto descrito:

Un regalo de Dios, una única prohibición, una advertencia, un resultado catastrófico: la muerte.

Sí, Adan y Eva desobedecieron, podrás pensar: “Pero los engañó la serpiente”, independientemente de esto, ellos desobedecieron y esa desobediencia marcó un antes y después, les hizo merecedores de la muerte.

¿Cuántas veces nos ha advertido el Señor sobre algo? Nos ha hablado sobre ciertas amistades, sobre cosas que hacemos que no le agradan, sobre el “pecadito inofensivo” y la “mentirita blanca”, sobre nuestra vida de apariencia, sobre el cuidado de lo que vemos y oímos, ¿cuántas veces?

¿Cuántas veces nuestra actitud ha sido como la de Adán y Eva? ¿Nos justificamos? ¿Nos engaña también la serpiente? ¿Nos engaña a diario?

Sentirnos desnudos ante la presencia del Señor, separados de Él, avergonzados… ¡eso busca el enemigo! Y aunque Dios les echó del Huerto del Edén; les habló, les vistió y les siguió amando…

Procura no ser echado del huerto de la salvación, la obediencia al Padre es la clave para vivir una vida de bendición, guía y paz.

“Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él”. Juan 14:23

Oremos por obediencia al Señor en nuestras vidas

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