Multitud de estudios se han llevado a cabo para identificar las causas del TEA y sus posibles dianas terapéuticas. El autismo parece emerger con más fuerza que nunca, como un huracán que arrasa con toda una generación, y cada día, son más los niños diagnosticados, ya sea por mejoras en la identificación de los signos que sugieren TEA o por la causalidad del trastorno.

Una de estas vías de investigación ha sido las anormalidades de la microbiota intestinal en personas con TEA que pueden estar relacionadas con síntomas gastrointestinales, los cuales son muy frecuentes en esta población. Las personas con TEA muestran perfiles alterados de microbiota y micobiota intestinal en comparación con individuos neurotípicos. (De Angelis et al., 2013; Strati et al., 2017; Tomova et al., 2015).

Por otro lado, se ha demostrado que los niños con TEA tienen en su intestino recuentos más altos de Clostridium (especialmente del tipo que produce toxinas) en comparación con los niños sin TEA y sin síntomas gastrointestinales (Finegold et al., 2017).

Por todo ello, se entiende que esta disbiosis intestinal llevaría a una alteración en el eje microbioma-intestino- cerebro, dando como resultado muchos de los síntomas que se observan en el TEA.

El interés por la dieta sin gluten (proteína de cereales como el trigo y centeno) y sin caseína (proteína de la leche de vaca y otros mamíferos) como terapia, surge de la hipótesis de que el metabolismo anormal de esas dos proteínas puede provocar una actividad excesiva de opioides en el sistema nervioso central.

Otro potencial mecanismo es el aumento de la permeabilidad intestinal, alterando la función normal de la barrera intestinal (y posiblemente, la barrera hematoencefálica) conduciendo así a un mayor paso de gluten, caseína y sus metabolitos en el torrente sanguíneo y el sistema nervioso central.

No obstante, a pesar de los ensayos clínicos que se han completado en niños con TEA y que llevan la dieta sin gluten y sin caseína, además de los ensayos en laboratorio con ratones, casi ningún autor se atreve a concluir que dicha dieta sea efectiva y útil como estrategia terapéutica. Sólo se limitan a la frase: “es necesario realizar mayores estudios para confirmar los hallazgos encontrados”.

Sin embargo, no son uno ni dos los padres que de forma segura y con asesoramiento profesional, así como de otros padres, instauran la dieta a su hijo con TEA, viendo al cabo de algunos meses resultados asombrosamente positivos. Refieren mejoría de la irritabilidad, el sueño, la interacción social, el lenguaje y sobre todo de las alteraciones gastrointestinales.

Concluimos diciendo que, a pesar de que la dieta no es milagrosa, sus beneficios son evidenciados por muchos padres y profesionales que están en contacto con los niños.

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