Desde hace unos años, he estado de cerca con profesionales que se dedican al trabajo de niños con autismo; niños que he observado y sobre todo, acompañado en este proceso; algo que me ha asombrado es el gran desconocimiento que todavía existe, las causas que aún no han sido determinadas y los malos procedimientos que se han empleado bajo la premisa: «El autismo no se cura, sólo mejora».